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PRE-B 300 gr. SURAVITASAN
Pre-B Fibra de SuraVitasan es una fórmula con 5 prebióticos: almidón resistente, xilooligosacáridos,
fructooligosacáridos, arabinogalactano y galactooligosacáridos. Los prebióticos han sido
ampliamente estudiados por sus efectos beneficiosos sobre el microbioma intestinal. Varios estudios
clínicos han demostrado que los prebióticos aumentan selectivamente los niveles de especies
probióticas de Bifidobacterium e incluso de Lactobacillus en el intestino. Los adultos que consumen
prebióticos muestran aumentos significativos en los niveles de Bifidobacterium en su microbiota
intestinal, además de otras bacterias productoras de butirato como Ruminococcus, Oscillospira y
Faecalibacterium.
-Ovolactovegetariano, Sin gluten
-Origen animal: galactooligosacáridos (de fermentación microbiana de la lactosa)
-Alérgenos comunes: leche
fructooligosacáridos, arabinogalactano y galactooligosacáridos. Los prebióticos han sido
ampliamente estudiados por sus efectos beneficiosos sobre el microbioma intestinal. Varios estudios
clínicos han demostrado que los prebióticos aumentan selectivamente los niveles de especies
probióticas de Bifidobacterium e incluso de Lactobacillus en el intestino. Los adultos que consumen
prebióticos muestran aumentos significativos en los niveles de Bifidobacterium en su microbiota
intestinal, además de otras bacterias productoras de butirato como Ruminococcus, Oscillospira y
Faecalibacterium.
-Ovolactovegetariano, Sin gluten
-Origen animal: galactooligosacáridos (de fermentación microbiana de la lactosa)
-Alérgenos comunes: leche
43,00 €
Impuestos incluidos
Fuera de stock
25300
EAN13 -
0628747120326
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Información del producto
Ingredientes: almidón resistente-RS2 (de patata, Solanum tuberosum), xilooligosacáridos (de almidón de maíz), fructooligosacáridos (de almidón de maíz), arabinogalactano (de alerce, Larix laricina), galactooligosacáridos (de fermentación microbiana de la lactosa, leche), aroma natural a fruta, aroma natural a limón, ácido málico, antiaglomerante (dióxido de silicio), edulcorante (glucósidos de esteviol, de Stevia rebaudiana).
Información nutricional:
1 cucharilla (10 g) Almidón resistente-RS2 (de patata, Solanum tuberosum) 3.500 mg
Xilooligosacáridos (de almidón de maíz) 1.500 mg
Fructooligosacáridos (de almidón de maíz) 1.000 mg
Arabinogalactano (de alerce, Larix laricina) 1.000 mg
Galactooligosacáridos (de fermentación microbiana de la lactosa) 1.000 mg
Advertencias
Consultar con el profesional en caso de embarazo o lactancia, si está en tratamiento medicamentos que inhiben el movimiento peristáltico (opioides, loperamida); si presenta síntomas como dolor abdominal, náuseas, vómitos o fiebre; si experimenta un cambio repentino en sus hábitos intestinales que ha persistido durante más de 2 semanas, sangrado rectal no diagnosticado o estreñimiento tras el uso de laxantes. Reacciones adversas conocidas: hipersensibilidad. Algunas personas pueden experimentar problemas gastrointestinales leves (como gases, hinchazón, etc.). No utilizar en caso de alergia a la leche.
Dosis recomendada
1 cucharilla dosificadora (10 g) al día disuelta en un vaso de agua o zumo. Mezclar bien antes de tomar el producto. Preferiblemente espaciar la toma de medicación.
Indicaciones y usos
-Mejora la evacuación intestinal y el estreñimiento.
-Fomenta una microbiota intestinal saludable.
-Mejora la función inmune.
-Mitiga la inflamación gastrointestinal.
-Ayuda a mejorar el perfil lipídico.
-Ayuda a controlar los niveles de glucosa en sangre.
Detalles
Los prebióticos, además de aumentar selectivamente los niveles de especies probióticas de Bifidobacterium y Lactobacillus en el intestino, inhiben especies microbianas patógenas como Shigella y Escherichia coli. Este mecanismo de acción es lo que hace que los prebióticos sean ideales para mejorar la salud gastrointestinal. Se ha demostrado que la suplementación con prebióticos alivia la diarrea en bebés y niños, así como también cura el estreñimiento crónico en bebés alimentados con fórmula. Además de modificar el microbioma intestinal, los prebióticos también pueden modular los marcadores inmunológicos al influir en las vías inflamatorias. Estos efectos tienen implicaciones adicionales, ya que se ha demostrado que la suplementación con prebióticos mejora los niveles séricos de colesterol bueno de lipoproteínas de alta densidad (HDL) al tiempo que disminuye los niveles de colesterol malo de lipoproteínas de baja densidad (LDL) en pacientes diabéticos y pacientes que padecen enfermedad renal crónica. (1).
Ha quedado bien establecida la importancia de un microbioma intestinal sano en el mantenimiento general del bienestar físico y mental. Varios estudios clínicos han establecido el vínculo entre el consumo de probióticos y sus efectos beneficiosos en el intestino. Además de los probióticos, los prebióticos se han estudiado ampliamente por su capacidad para ayudar a que crezcan los microbios beneficiosos, facilitando así una mejor salud del individuo (1). Según Rutherford y Gibson en 1995, los prebióticos se definen como "componentes alimentarios no digeribles que son resistentes a la acción de las enzimas hidrolíticas en la parte superior del tracto gastrointestinal, pasan al colon sin cambios y afectan beneficiosamente la microflora del organismo huésped estimulando selectivamente el crecimiento y/o la actividad de una o un número limitado de bacterias en el colon y mejorando así la salud del huésped. Esta definición se perfeccionó posteriormente para incluir el hecho de que los prebióticos se fermentan selectivamente y no son del todo indigeribles (2). Más bien, la definición más reciente presentada por la Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos (ISAPP) en 2017 reconoce que los prebióticos son sustratos sobre los cuales prosperan los microbios beneficiosos en nuestro intestino y, a su vez, brindan importantes beneficios para la salud de los humanos (1). Los prebióticos, en su mayor parte, tienden a ser carbohidratos no digeribles como la lignina, así como polisacáridos sin almidón que incluyen pectinas, hemicelulosa, celulosa, hidrocoloides como el ß glucano, gomas y mucílagos. Los prebióticos también incluyen fructooligosacáridos (FOS) y galactooligosacáridos (GOS), que actúan como sustratos para las especies de Lactobacillus y Bifidobacterium (1,2). Se han realizado varios estudios clínicos para estudiar el efecto de los prebióticos solos y en combinación con probióticos. La evidencia de estos estudios subraya la importancia de los prebióticos para apoyar un microbioma intestinal saludable.
Prebióticos y salud gastrointestinal:
Existen muchas evidencias que demuestran los efectos beneficiosos de los prebióticos sobre la salud gastrointestinal. En un estudio aleatorizado, controlado con placebo realizado con 107 niños de 3 a 36 meses, la diarrea aguda se trató durante 72 horas con una combinación de 500 mg de arabinogalactano, 700 mg de xilooligosacáridos (XOS) y 2,5 × 109 UFC de Lactobacillus paracasei B21060 dos veces al día. El tratamiento mostró una reducción significativa en la duración de la diarrea y una mejor consistencia de las heces (3). Además, el tratamiento prebiótico también parece mejorar el estreñimiento en los bebés. En un ensayo en el que participaron 36 bebés que padecían estreñimiento, se llevó a cabo una intervención de 4 semanas con suplementos de fructooligosacáridos (FOS) (6 g para niños de 6 a 8,9 kg, 9 g para niños de 9 a 11,9 kg y 12 g para niños con un peso superior a 12 kg). El grupo de FOS mostró una consistencia de heces más blanda, menos esfuerzo durante las deposiciones, un tiempo de tránsito gastrointestinal más rápido y un aumento de especies de Bifidobacterium en el intestino (4). Por tanto, la función de sustrato de los prebióticos se puede utilizar para proporcionar fórmulas infantiles que sean más respetuosas con el intestino y con menos molestias gastrointestinales. Así lo demostró un estudio que utilizó una fórmula parcialmente fermentada que contenía GOS y FOS, en una proporción de 9:1, administrada con probióticos como parte de una fórmula infantil, tomando como referencia a los lactantes. El grupo de 200 bebés inscritos en el estudio demostró que la fórmula enriquecida con prebióticos produjo una mejor consistencia de las heces en los bebés en comparación con la fórmula convencional, y la consistencia de las heces fue más cercana a la de los bebés con lactancia materna, sin que se observaran eventos adversos significativos (5). Estos estudios muestran la importancia de los prebióticos para proporcionar un entorno intestinal beneficioso y sostenible.
Estos beneficios también se han observado en poblaciones adultas. El principal mecanismo de acción de los prebióticos es su capacidad para aumentar la proliferación de especies microbianas intestinales beneficiosas. La suplementación con 1,4 g o 2,8 g de xilooligosacáridos (XOS) o placebo diariamente a 32 adultos sanos durante 8 semanas mostró un aumento dosis dependiente en los recuentos de Bifidobacterium en muestras de heces (6). De manera similar, un estudio con 80 adultos durante 210 días a los que se les administró 2,5, 5 o 10 g/día de fructooligosacáridos (FOS) mostró un aumento en los niveles de Bifidobacterium y Lactobacillus en comparación con la maltodextrina de control. Los FOS también parecían favorecer la proliferación de Lactobacillus y de bacterias productoras de butirato como Oscillospira, Faecalibacterium y Ruminococcus (7). El arabinogalactano (AOS) es otro prebiótico que mostró efectos beneficiosos sobre el microbioma intestinal. La administración de 15 g o 30 g de arabinogalactano (AOS) a 20 adultos durante 6 semanas mostró un aumento significativo en el recuento anaeróbico total y un aumento de los niveles de especies de Lactobacillus independientemente de la dosis. También se observó una disminución en los niveles de amoníaco fecal con ambas dosis (8). Un estudio realizado con almidón resistente de patata mostró capacidades de modulación del microbioma similares. En este estudio con 42 ancianos y 42 adultos de mediana edad, el consumo de 30 g/día de almidón resistente de papa durante 12 semanas pareció reducir los niveles de proteobacterias patógenas (Shigella y Escherichia coli) en adultos mayores, y aumentar los niveles de Bifidobacterium en ambos. grupos de adultos. Los adultos mayores también mostraron un aumento en los niveles de butirato de ácidos grasos de cadena corta (AGCC) en las heces (9).
El estudio con almidón resistente de patata también apunta a la capacidad de los prebióticos no sólo para estimular el crecimiento de bacterias beneficiosas, sino también para inhibir las bacterias patógenas en el intestino. Esto muestra evidencia prometedora de que los prebióticos pueden usarse en otros trastornos gastrointestinales. En un ensayo realizado con 103 pacientes que padecían la enfermedad de Crohn, la administración de 15 g/día de fructooligosacáridos (FOS) durante 4 semanas redujo los niveles de interleucina-6 (IL-6) y aumentó la expresión de IL-10 en las células dendríticas (células inmunitarias), lo que indica que los FOS pueden influir en la producción de citoquinas, dando como resultado una menor inflamación independientemente de los cambios en el microbioma intestinal, pero estas observaciones deben confirmarse más a fondo para explorar el posible uso de prebióticos en pacientes con enfermedad de Crohn (10).
Prebióticos y función inmune:
Sin embargo, el estudio mencionado anteriormente sobre la enfermedad de Crohn apunta a posibles propiedades inmunomoduladoras de los prebióticos. Este potencial beneficio se ha probado de otras maneras con suplementos prebióticos. Un estudio comparó los efectos de tres tratamientos: xilooligosacáridos (XOS) 8 g/día o Bifidobacterium animalis subsp. lactis 109 UFC/día, o ambos juntos, administrado a 41 adultos durante 21 días. La suplementación con XOS aumentó el número de deposiciones y se reportó una mayor vitalidad y satisfacción del paciente. Los XOS también aumentaron los niveles de Bifidobacterium y los niveles de colesterol bueno de alta densidad (HDL) en plasma, y redujo la expresión de células asesinas naturales (NK) e interleucina-10 (IL-10), lo que indica que la suplementación con prebióticos fue capaz de modular los marcadores de la función inmune (11). Una combinación de prebióticos pareció tener un efecto más pronunciado sobre la función inmune. Un tratamiento de 5 g/día de XOS o 1 g de XOS + 3 g de suplemento de FOS (inulina) durante 4 semanas mostró que XOS solo aumentó los recuentos de Bifidobacterium y los niveles de butirato en las heces, aumentó la actividad de la ß glucoronidasa y la a glucosidasa y redujo las concentraciones de p-cresol. y acetato. Sin embargo, la suplementación con XOS + inulina disminuyó las concentraciones de lipopolisacáridos (LPS) y moduló la expresión genética de IL-1ß e IL-13 en la sangre, lo que ayudó en el tratamiento de los efectos inflamatorios de una dieta alta en grasas en adultos sanos (12). En otro estudio se evaluó la suplementación de 140 pacientes con cáncer colorrectal con 30 g/día de prebióticos que contenían FOS, XOS, polidextrosa y dextrina resistente durante 7 días, y se demostró que la suplementación con prebióticos mejoró significativamente los marcadores inmunológicos en suero (13).
Prebióticos y trastornos del estilo de vida:
Debido al microbioma intestinal y las propiedades inmunomoduladoras de los prebióticos, se ha probado su potencial terapéutico contra diversos trastornos del estilo de vida. Una revisión sistemática de 26 ensayos con un total de 831 participantes encontró que la suplementación con prebióticos aumentaba la sensación de saciedad y reducía los niveles de insulina y glucemia posprandial (nivel de glucosa en sangre tras las comidas) (14). Estos resultados fueron respaldados por otro metaanálisis de 13 ensayos clínicos aleatorios con 513 pacientes, donde la suplementación con prebióticos redujo los niveles de colesterol total, colesterol malo (LDL) y aumentó los niveles de colesterol bueno (HDL) en pacientes diabéticos (15). Las propiedades de regulación del colesterol de los prebióticos también se observan con el uso de almidón resistente de patata. En un estudio aleatorizado controlado con placebo en el que 75 participantes recibieron 30 g/día de almidón resistente de patata durante 12 semanas, se observó un aumento en los niveles de Parasutterella en el intestino junto con una reducción en los niveles de colesterol LDL en el grupo suplementado con almidón resistente en comparación con el grupo placebo. Otros parámetros metabólicos influenciados por los prebióticos incluyen las toxinas asociadas con la enfermedad renal crónica. La administración de FOS (12 g/día durante 3 meses) a 46 pacientes con enfermedad renal crónica no dependientes de diálisis redujo los niveles séricos y totales de sulfato de p-cresil, una toxina urémica asociada con la enfermedad renal crónica (17).
SINERGISMO PARA UNA EFICACIA ÓPTIMA
Las evidencias que aportan las investigaciones más recientes sugieren que complementar la dieta con una combinación de prebióticos como almidón resistente, xilooligosacáridos (XOS), fructooligosacáridos (FOS), arabinogalactano (AOS) y galactooligosacáridos (GOS) puede ayudar al mantenimiento general de la salud, así como otros beneficios a nivel intestinal, cardiovascular e inmune (3,12).
Información nutricional:
1 cucharilla (10 g) Almidón resistente-RS2 (de patata, Solanum tuberosum) 3.500 mg
Xilooligosacáridos (de almidón de maíz) 1.500 mg
Fructooligosacáridos (de almidón de maíz) 1.000 mg
Arabinogalactano (de alerce, Larix laricina) 1.000 mg
Galactooligosacáridos (de fermentación microbiana de la lactosa) 1.000 mg
Advertencias
Consultar con el profesional en caso de embarazo o lactancia, si está en tratamiento medicamentos que inhiben el movimiento peristáltico (opioides, loperamida); si presenta síntomas como dolor abdominal, náuseas, vómitos o fiebre; si experimenta un cambio repentino en sus hábitos intestinales que ha persistido durante más de 2 semanas, sangrado rectal no diagnosticado o estreñimiento tras el uso de laxantes. Reacciones adversas conocidas: hipersensibilidad. Algunas personas pueden experimentar problemas gastrointestinales leves (como gases, hinchazón, etc.). No utilizar en caso de alergia a la leche.
Dosis recomendada
1 cucharilla dosificadora (10 g) al día disuelta en un vaso de agua o zumo. Mezclar bien antes de tomar el producto. Preferiblemente espaciar la toma de medicación.
Indicaciones y usos
-Mejora la evacuación intestinal y el estreñimiento.
-Fomenta una microbiota intestinal saludable.
-Mejora la función inmune.
-Mitiga la inflamación gastrointestinal.
-Ayuda a mejorar el perfil lipídico.
-Ayuda a controlar los niveles de glucosa en sangre.
Detalles
Los prebióticos, además de aumentar selectivamente los niveles de especies probióticas de Bifidobacterium y Lactobacillus en el intestino, inhiben especies microbianas patógenas como Shigella y Escherichia coli. Este mecanismo de acción es lo que hace que los prebióticos sean ideales para mejorar la salud gastrointestinal. Se ha demostrado que la suplementación con prebióticos alivia la diarrea en bebés y niños, así como también cura el estreñimiento crónico en bebés alimentados con fórmula. Además de modificar el microbioma intestinal, los prebióticos también pueden modular los marcadores inmunológicos al influir en las vías inflamatorias. Estos efectos tienen implicaciones adicionales, ya que se ha demostrado que la suplementación con prebióticos mejora los niveles séricos de colesterol bueno de lipoproteínas de alta densidad (HDL) al tiempo que disminuye los niveles de colesterol malo de lipoproteínas de baja densidad (LDL) en pacientes diabéticos y pacientes que padecen enfermedad renal crónica. (1).
Ha quedado bien establecida la importancia de un microbioma intestinal sano en el mantenimiento general del bienestar físico y mental. Varios estudios clínicos han establecido el vínculo entre el consumo de probióticos y sus efectos beneficiosos en el intestino. Además de los probióticos, los prebióticos se han estudiado ampliamente por su capacidad para ayudar a que crezcan los microbios beneficiosos, facilitando así una mejor salud del individuo (1). Según Rutherford y Gibson en 1995, los prebióticos se definen como "componentes alimentarios no digeribles que son resistentes a la acción de las enzimas hidrolíticas en la parte superior del tracto gastrointestinal, pasan al colon sin cambios y afectan beneficiosamente la microflora del organismo huésped estimulando selectivamente el crecimiento y/o la actividad de una o un número limitado de bacterias en el colon y mejorando así la salud del huésped. Esta definición se perfeccionó posteriormente para incluir el hecho de que los prebióticos se fermentan selectivamente y no son del todo indigeribles (2). Más bien, la definición más reciente presentada por la Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos (ISAPP) en 2017 reconoce que los prebióticos son sustratos sobre los cuales prosperan los microbios beneficiosos en nuestro intestino y, a su vez, brindan importantes beneficios para la salud de los humanos (1). Los prebióticos, en su mayor parte, tienden a ser carbohidratos no digeribles como la lignina, así como polisacáridos sin almidón que incluyen pectinas, hemicelulosa, celulosa, hidrocoloides como el ß glucano, gomas y mucílagos. Los prebióticos también incluyen fructooligosacáridos (FOS) y galactooligosacáridos (GOS), que actúan como sustratos para las especies de Lactobacillus y Bifidobacterium (1,2). Se han realizado varios estudios clínicos para estudiar el efecto de los prebióticos solos y en combinación con probióticos. La evidencia de estos estudios subraya la importancia de los prebióticos para apoyar un microbioma intestinal saludable.
Prebióticos y salud gastrointestinal:
Existen muchas evidencias que demuestran los efectos beneficiosos de los prebióticos sobre la salud gastrointestinal. En un estudio aleatorizado, controlado con placebo realizado con 107 niños de 3 a 36 meses, la diarrea aguda se trató durante 72 horas con una combinación de 500 mg de arabinogalactano, 700 mg de xilooligosacáridos (XOS) y 2,5 × 109 UFC de Lactobacillus paracasei B21060 dos veces al día. El tratamiento mostró una reducción significativa en la duración de la diarrea y una mejor consistencia de las heces (3). Además, el tratamiento prebiótico también parece mejorar el estreñimiento en los bebés. En un ensayo en el que participaron 36 bebés que padecían estreñimiento, se llevó a cabo una intervención de 4 semanas con suplementos de fructooligosacáridos (FOS) (6 g para niños de 6 a 8,9 kg, 9 g para niños de 9 a 11,9 kg y 12 g para niños con un peso superior a 12 kg). El grupo de FOS mostró una consistencia de heces más blanda, menos esfuerzo durante las deposiciones, un tiempo de tránsito gastrointestinal más rápido y un aumento de especies de Bifidobacterium en el intestino (4). Por tanto, la función de sustrato de los prebióticos se puede utilizar para proporcionar fórmulas infantiles que sean más respetuosas con el intestino y con menos molestias gastrointestinales. Así lo demostró un estudio que utilizó una fórmula parcialmente fermentada que contenía GOS y FOS, en una proporción de 9:1, administrada con probióticos como parte de una fórmula infantil, tomando como referencia a los lactantes. El grupo de 200 bebés inscritos en el estudio demostró que la fórmula enriquecida con prebióticos produjo una mejor consistencia de las heces en los bebés en comparación con la fórmula convencional, y la consistencia de las heces fue más cercana a la de los bebés con lactancia materna, sin que se observaran eventos adversos significativos (5). Estos estudios muestran la importancia de los prebióticos para proporcionar un entorno intestinal beneficioso y sostenible.
Estos beneficios también se han observado en poblaciones adultas. El principal mecanismo de acción de los prebióticos es su capacidad para aumentar la proliferación de especies microbianas intestinales beneficiosas. La suplementación con 1,4 g o 2,8 g de xilooligosacáridos (XOS) o placebo diariamente a 32 adultos sanos durante 8 semanas mostró un aumento dosis dependiente en los recuentos de Bifidobacterium en muestras de heces (6). De manera similar, un estudio con 80 adultos durante 210 días a los que se les administró 2,5, 5 o 10 g/día de fructooligosacáridos (FOS) mostró un aumento en los niveles de Bifidobacterium y Lactobacillus en comparación con la maltodextrina de control. Los FOS también parecían favorecer la proliferación de Lactobacillus y de bacterias productoras de butirato como Oscillospira, Faecalibacterium y Ruminococcus (7). El arabinogalactano (AOS) es otro prebiótico que mostró efectos beneficiosos sobre el microbioma intestinal. La administración de 15 g o 30 g de arabinogalactano (AOS) a 20 adultos durante 6 semanas mostró un aumento significativo en el recuento anaeróbico total y un aumento de los niveles de especies de Lactobacillus independientemente de la dosis. También se observó una disminución en los niveles de amoníaco fecal con ambas dosis (8). Un estudio realizado con almidón resistente de patata mostró capacidades de modulación del microbioma similares. En este estudio con 42 ancianos y 42 adultos de mediana edad, el consumo de 30 g/día de almidón resistente de papa durante 12 semanas pareció reducir los niveles de proteobacterias patógenas (Shigella y Escherichia coli) en adultos mayores, y aumentar los niveles de Bifidobacterium en ambos. grupos de adultos. Los adultos mayores también mostraron un aumento en los niveles de butirato de ácidos grasos de cadena corta (AGCC) en las heces (9).
El estudio con almidón resistente de patata también apunta a la capacidad de los prebióticos no sólo para estimular el crecimiento de bacterias beneficiosas, sino también para inhibir las bacterias patógenas en el intestino. Esto muestra evidencia prometedora de que los prebióticos pueden usarse en otros trastornos gastrointestinales. En un ensayo realizado con 103 pacientes que padecían la enfermedad de Crohn, la administración de 15 g/día de fructooligosacáridos (FOS) durante 4 semanas redujo los niveles de interleucina-6 (IL-6) y aumentó la expresión de IL-10 en las células dendríticas (células inmunitarias), lo que indica que los FOS pueden influir en la producción de citoquinas, dando como resultado una menor inflamación independientemente de los cambios en el microbioma intestinal, pero estas observaciones deben confirmarse más a fondo para explorar el posible uso de prebióticos en pacientes con enfermedad de Crohn (10).
Prebióticos y función inmune:
Sin embargo, el estudio mencionado anteriormente sobre la enfermedad de Crohn apunta a posibles propiedades inmunomoduladoras de los prebióticos. Este potencial beneficio se ha probado de otras maneras con suplementos prebióticos. Un estudio comparó los efectos de tres tratamientos: xilooligosacáridos (XOS) 8 g/día o Bifidobacterium animalis subsp. lactis 109 UFC/día, o ambos juntos, administrado a 41 adultos durante 21 días. La suplementación con XOS aumentó el número de deposiciones y se reportó una mayor vitalidad y satisfacción del paciente. Los XOS también aumentaron los niveles de Bifidobacterium y los niveles de colesterol bueno de alta densidad (HDL) en plasma, y redujo la expresión de células asesinas naturales (NK) e interleucina-10 (IL-10), lo que indica que la suplementación con prebióticos fue capaz de modular los marcadores de la función inmune (11). Una combinación de prebióticos pareció tener un efecto más pronunciado sobre la función inmune. Un tratamiento de 5 g/día de XOS o 1 g de XOS + 3 g de suplemento de FOS (inulina) durante 4 semanas mostró que XOS solo aumentó los recuentos de Bifidobacterium y los niveles de butirato en las heces, aumentó la actividad de la ß glucoronidasa y la a glucosidasa y redujo las concentraciones de p-cresol. y acetato. Sin embargo, la suplementación con XOS + inulina disminuyó las concentraciones de lipopolisacáridos (LPS) y moduló la expresión genética de IL-1ß e IL-13 en la sangre, lo que ayudó en el tratamiento de los efectos inflamatorios de una dieta alta en grasas en adultos sanos (12). En otro estudio se evaluó la suplementación de 140 pacientes con cáncer colorrectal con 30 g/día de prebióticos que contenían FOS, XOS, polidextrosa y dextrina resistente durante 7 días, y se demostró que la suplementación con prebióticos mejoró significativamente los marcadores inmunológicos en suero (13).
Prebióticos y trastornos del estilo de vida:
Debido al microbioma intestinal y las propiedades inmunomoduladoras de los prebióticos, se ha probado su potencial terapéutico contra diversos trastornos del estilo de vida. Una revisión sistemática de 26 ensayos con un total de 831 participantes encontró que la suplementación con prebióticos aumentaba la sensación de saciedad y reducía los niveles de insulina y glucemia posprandial (nivel de glucosa en sangre tras las comidas) (14). Estos resultados fueron respaldados por otro metaanálisis de 13 ensayos clínicos aleatorios con 513 pacientes, donde la suplementación con prebióticos redujo los niveles de colesterol total, colesterol malo (LDL) y aumentó los niveles de colesterol bueno (HDL) en pacientes diabéticos (15). Las propiedades de regulación del colesterol de los prebióticos también se observan con el uso de almidón resistente de patata. En un estudio aleatorizado controlado con placebo en el que 75 participantes recibieron 30 g/día de almidón resistente de patata durante 12 semanas, se observó un aumento en los niveles de Parasutterella en el intestino junto con una reducción en los niveles de colesterol LDL en el grupo suplementado con almidón resistente en comparación con el grupo placebo. Otros parámetros metabólicos influenciados por los prebióticos incluyen las toxinas asociadas con la enfermedad renal crónica. La administración de FOS (12 g/día durante 3 meses) a 46 pacientes con enfermedad renal crónica no dependientes de diálisis redujo los niveles séricos y totales de sulfato de p-cresil, una toxina urémica asociada con la enfermedad renal crónica (17).
SINERGISMO PARA UNA EFICACIA ÓPTIMA
Las evidencias que aportan las investigaciones más recientes sugieren que complementar la dieta con una combinación de prebióticos como almidón resistente, xilooligosacáridos (XOS), fructooligosacáridos (FOS), arabinogalactano (AOS) y galactooligosacáridos (GOS) puede ayudar al mantenimiento general de la salud, así como otros beneficios a nivel intestinal, cardiovascular e inmune (3,12).
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