
Dr. ANTONIO MARTÍ BELTRÁN
Especialista en medicina integrativa para frenar el envejecimiento
Una perspectiva personal tras años de aprendizaje y estudio basado en la Ciencia. Estamos viviendo los capítulos iniciales de las mayores esperanzas en salud y longevidad y las mitocondrias quieren salir en la foto.
La experiencia vital va constatando lo que siempre te dijeron y creíste, todo cambia, todo evoluciona.
No obstante, durante muchos años mantuve una convicción profunda: la naturaleza del cuerpo humano tiene una capacidad propia, de autorregulación y de curación (Vix Naturae Medicatrix) que, en lugar de ser suplantada, debe ser acompañada y potenciada. Esta fue la base de mi orientación hacia la medicina naturista: ayudar a la naturaleza en su propio proceso curativo.
Con el tiempo, esa mirada se fue transformando, ampliando. No por deslealtad a mis principios, sino porque la ciencia y la tecnología fueron ampliando las posibilidades reales de intervenir con mayor precisión, respeto y eficacia en los procesos biológicos fundamentales. Así fui incorporando criterios de medicina integrativa, no sin que aún persistan incertidumbres y déficits en el conocimiento, valorando sin prejuicios tanto lo natural como lo tecnológicamente avanzado, siempre que el objetivo fuera preservar o restaurar la salud de forma respetuosa, con cierta fiabilidad y de forma sostenible.
La evolución científica, tecnológica y cultural ha seguido avanzando, cada vez más rápida e intensamente, ampliando posibilidades. Hoy estamos ante una nueva etapa, probablemente la más prometedora de la historia de la medicina: la medicina regenerativa y pro rejuvenecimiento. Por primera vez, no se trata solo de retrasar los síntomas del envejecimiento o paliar sus consecuencias, sino de actuar sobre sus causas moleculares y celulares.
¿Y si el envejecimiento fuera tratable?
Sabemos hoy que el envejecimiento no es un proceso pasivo ni preestablecido, sino que implica una acumulación progresiva de daños estructurales y funcionales, como:
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- Mutaciones en el ADN (nuclear y mitocondrial)
- Proteínas mal plegadas o agregadas
- Células senescentes no eliminadas
- Disfunción mitocondrial y pérdida del potencial energético celular
- Desregulación epigenética
- Desgaste de los telómeros
- Inflamación crónica de bajo grado (inflammaging)
Estos y otros procesos fueron sintetizados originalmente en 2013 en los *nueve “Hallmarks of Aging” propuestos por López-Otín y col., y recientemente ampliados a doce mecanismos clave en la revisión publicada en Cell (2023), que incluye también aspectos como la disbiosis intestinal, el compromiso del sistema inmunológico y la alteración del eje neuroendocrino.
Paralelamente, el enfoque SENS (Strategies for Engineered Negligible Senescence), liderado por el visionario y entrañable científico Aubrey de Grey, propuso desde los años 2000 una vía aún más osada: revertir directamente esos daños acumulados, mediante tecnologías reparadoras, antes de que deriven en enfermedades.
Entre los daños centrales que SENS busca tratar destacan precisamente los defectos en las mitocondrias y su ADN, que contribuyen al deterioro funcional de múltiples tejidos.
Actualmente, se plantea extender la juventud funcional, prevenir enfermedades y mejorar la calidad de vida con herramientas científicas cada vez más eficaces. Y esto ya no es una utopía: es una línea estratégica de investigación biomédica avanzada, con resultados crecientes en modelos animales y primeras aplicaciones en humanos.
Medicina regenerativa: ¿dónde estamos hoy?
La medicina regenerativa se está consolidando como un nuevo paradigma, con herramientas cada vez más refinadas y seguras. Algunos de sus frentes más destacados incluyen:
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- Terapias con células madre, con aplicaciones consolidadas en médula ósea, piel y córnea, y en desarrollo para tejidos cardíacos, pancreáticos y neuronales.
- Reprogramación epigenética parcial, que permite revertir la edad biológica de las células sin perder su identidad funcional.
- Senolíticos y senomórficos, que eliminan o modulan células envejecidas que ya no cumplen su función.
- Terapias génicas y epigenéticas, orientadas a restaurar funciones celulares específicas o activar genes de longevidad.
- Péptidos bioactivos, metabolitos mitocondriales, compuestos como NAD⁺, PQQ, espermidina, rapalogs, taurina, etc., con efectos demostrados en longevidad y salud celular.
- Terapias con células madre, con aplicaciones consolidadas en médula ósea, piel y córnea, y en desarrollo para tejidos cardíacos, pancreáticos y neuronales.
Algunas de estas estrategias están en investigación avanzada, otras ya están disponibles como intervenciones preventivas o coadyuvantes, siempre que se usen con conocimiento, supervisión médica y propósito clínico claro.

Mitocondrias: el epicentro energético del envejecimiento
Entre los sistemas más sensibles al envejecimiento están sin duda las mitocondrias, orgánulos esenciales para la vida celular. Las mitocondrias no solo generan el ATP que alimenta nuestras funciones vitales, sino que:
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- Regulan la muerte celular (apoptosis)
- Participan en la respuesta al estrés oxidativo
- Controlan el metabolismo de lípidos, aminoácidos y carbohidratos
- Coordinan señales inmunitarias y epigenéticas
A medida que envejecemos, las mitocondrias sufren mutaciones en su propio ADN, disfunción en su maquinaria bioquímica y disminución en su número y eficiencia. Esto conlleva una pérdida de energía celular, aumento de radicales libres y menor capacidad de regeneración.
El deterioro mitocondrial es, de hecho, uno de los principales motores del deterioro en órganos como el corazón, el cerebro, los riñones o los músculos.
La medicina natural también ha tenido razón: el cuerpo responde. Aunque hay que reconocer que su potencial no es, ni de lejos, el mismo que lo que permite vislumbrar la medicina regenerativa y pro rejuvenecimiento.
Desde la ciencia actual, sabemos que muchas de las estrategias naturales defendidas por la medicina tradicional o naturista han demostrado su eficacia para preservar y restaurar la función mitocondrial:
El ejercicio físico regular, especialmente el de resistencia y alta intensidad intermitente, estimula la biogénesis mitocondrial, activa vías como PGC‑1α y aumenta la eficiencia energética.
El ayuno intermitente y la restricción calórica aumentan la producción de NAD⁺, activan AMPK y promueven la autofagia, un proceso clave para eliminar mitocondrias disfuncionales.
Una dieta rica en polifenoles naturales (como resveratrol, quercetina, catequinas o proantocianidinas) tiene efectos positivos sobre el equilibrio oxidativo, la señalización mitocondrial y la expresión de genes de longevidad.
Incluso prácticas como el control del estrés crónico, la respiración profunda o la exposición breve al frío pueden tener efectos mitocondriales positivos, demostrados en estudios de bioenergética celular.
Todo ello demuestra que la sinergia entre naturaleza y tecnología es el verdadero camino. Ya no es necesario elegir entre medicina natural y medicina científica: hoy sabemos por qué lo natural funciona, y podemos amplificarlo con precisión biomédica.
Reflexión final: regenerar para vivir mejor
Como médico formado en la escucha del cuerpo y del paciente, afirmo con convicción que la medicina regenerativa no es una ruptura con la tradición médica, sino su evolución natural. Es el resultado de haber comprendido los mecanismos íntimos de la salud y de haber desarrollado herramientas para restaurarlos.
Cuidar las mitocondrias, rejuvenecerlas y proteger su integridad ya no es solo una estrategia teórica, sino una vía clínica concreta para prevenir, retrasar y quizá revertir muchos de los males asociados al paso del tiempo.
La medicina del siglo XXI no será solo más avanzada, sino también más sabia si aprendemos a unir conocimiento, tecnología y humildad.
Y eso ya ha comenzado.
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